Por Adriana Moreno Carrasco**
Tec de Monterrey, campus Puebla
En 2020 tuve la oportunidad de tomar un curso en el Claustro de Sor Juana sobre apropiación tecnológica, derechos digitales y una breve aproximación al hackfeminismo. La experiencia fue enriquecedora en muchos sentidos, por un lado, me parecía extraordinario deambular por los pasillos del exconvento de San Jerónimo, que además de ser un bellísimo edificio colonial, fue hogar, refugio y prisión de muchas mujeres, incluyendo a sor Juana Inés de la Cruz, brillante y prolífica escritora mexicana del periodo novohispano (Oles, 2014), que con su vida y obra inspira a feministas contemporáneas.
Por otro lado, pensaba en que esas mujeres, entre religiosas y seglares, habían escrito muchas líneas, historias y reflexiones ahí mismo, como lo estábamos haciendo nosotras en ese momento, la mayoría, jóvenes universitarias tratando de comprender el sistema binario y los rudimentos de otro lenguaje, en ese caso el de programación. He de reconocer que en mi memoria apenas quedan algunos resquicios de lo que aprendí de ese lenguaje, pero lo que no olvido es la idea central que circulaba en cada sesión: es importante que las mujeres aprendamos a escribir código porque es una vía para hacer nuestras las tecnologías y a su vez, para construir el mundo que imaginamos.
Hay que meter las manos a los fierros —las computadoras— y saber cómo funcionan para que hagan lo que nosotras queramos que hagan. Con esto, iremos logrando poco a poco la autonomía tecnológica de la que hemos sido relegadas, pese a que hemos contribuido a su desarrollo desde la época en que las computadoras eran personas, generalmente mujeres, perforando tarjetas de cartón para sistematizar grandes cantidades de datos astronómicos o para que un telar hiciera tal o cual trama y así fabricar una prenda con diseños únicos.
Pero más allá de las urdimbres, la presencia y representación de las mujeres en el ámbito de la informática ha sido limitado. Como sucede también en los campos hegemónicos del arte, las mujeres en la tecnología suelen aparecer de manera periférica o solo como asistentes, pero muy poco en el lugar de creadoras, y a veces, aun así, poniendo en duda su contribución, como pasa con la figura de Ada Lovelace.
Recientemente, encontré una nota periodística en la que se destacaba la aprobación de una reforma al Código Penal del estado de Sinaloa para sancionar “el uso de inteligencia artificial en la manipulación de imágenes, audios y videos para crear hechos falsos con apariencia real que afecten la intimidad sexual de terceras personas” (Congreso del Estado de Sinaloa, 25 de enero de 2024, parr. 1), muy probablemente mujeres de distintos grupos etarios y sin miedo a equivocarme, adolescentes, jóvenes e infancias.
La noticia me recordó aquél caso que me contaron mis estudiantes universitarias hace un par de años. Se trataba de grupos de WhatsApp y Telegram dedicados a la distribución de packs, compilaciones fotográficas con fines eróticos, generalmente desnudos o semidesnudos que suelen enviarse en conversaciones íntimas, privadas a través de plataformas sociodigitales y servicios de mensajería instantánea. Estos espacios eran organizados y administrados por sus compañeros —de cuando cursaban la preparatoria— quienes se encargaban de difundir sin consentimiento los nudes de sus novias y/o ex-parejas; incluso, sistematizaban los archivos en carpetas de Drive según la adscripción de las víctimas. No me atreví a preguntar más, lo cierto es que no supe qué hacer. Si bien eso había pasado años atrás, descubrí tener pocas herramientas para hacer algo más que escucharlas. Pienso que con la inteligencia artificial, estos peligros se despliegan de múltiples maneras y con ello, habría que robustecer los aparatos legales para saber cómo prevenir y sancionar estos delitos.
Pero pienso que además, es necesario familiarizarnos con la inteligencia artificial —entre otras tecnologías— para saber cómo funciona, porque no podemos regular algo si no lo conocemos. Es por esa razón que reitero la inquietud de que las mujeres nos acerquemos más al campo de la informática y la tecnología en general, para entender cómo opera, entender su diseño y su uso, para saber cómo cuidarnos (Cortés, Soria y Soler Casellas, 2022), pero sobre todo, para reconocer que podemos hacer algo con ella y cambiar nuestro contexto, o al menos perseguir la idea de que puede ser diferente, tal vez un mundo menos violento, desigual y excluyente. Pese a que feministas y hackfeministas en México han comenzado a trabajar en ello, falta cubrir una gran cantidad de frentes para lograr que grupos históricamente empobrecidos y en condiciones de vulnerabilidad (mujeres, infancias, grupos indígenas, etc.) sean incluidos y también partícipes del desarrollo tecnológico.
Así como las religiosas y seglares que escribieron historias en el claustro (Gonzalbo, 2018), es momento de que nosotras tomemos la batuta y sigamos escribiendo líneas, de texto o de código, o a pinceladas, como sea, pero lo necesario para que seamos vistas y reconocidas, por nosotras y por los demás, como agentes, como desarrolladoras y constructoras de la realidad que queremos.
** Adriana Moreno Carrasco es doctora en Ciencias Antropológicas por la UAM-Iztapalapa, especialista en antropología digital. Profesora cátedra de la Escuela de Humanidades y Educación del Tec de Monterrey, campus Puebla, y del claustro de Psicología de la Universidad Iberoamericana, Puebla.
Referencias
Biblioteca Nacional de Chile. (28 de mayo de 2022). Sor Juana y los primeros destellos del feminismo latinoamericano. Noticias Servicio Nacional del Patrimonio Cultural. https://www.bibliotecanacional.gob.cl/noticias/sor-juana-y-los-primeros-destellos-del-feminismo-latinoamericano
Congreso del Estado de Sinaloa. (25 de enero de 2024). Aprueba Congreso sancionar manipulación de imágenes con Inteligencia artificial que afecte intimidad sexual. Comunicados. https://www.congresosinaloa.gob.mx/comunicados/aprueba-congreso-sancionar-manipulacion-de-imagenes-con-inteligencia-artificial-que-afecte-intimidad-sexual/
Cortés, N., Soria, I., Soler-Casellas, S. (2022). Tecnologías del cuidado. Centro de Cultura Digital.
Gonzalbo, P. (2018). Seglares en el claustro. Dichas y desdichas de mujeres novohispanas. El Colegio de México.
Jaquez, D. (30 de enero de 2024). Sinaloa dará hasta 6 años a quien use Inteligencia Artificial para violentar intimidad sexual. NORO. https://noro.mx/inteligencia-artificial-multas-sanciones-deepfakes-sinaloa/
Oles, J. (2014). Arte y arquitectura en México. Taurus.